Los vacíos y la tristeza



En la vida muchas veces tenemos que decir adiós. ¿Cómo lidiar con las pérdidas, con los vacíos y la tristeza que nos da el despedirnos?Prefiero centrarme, en un pequeño diálogo que sé que a algunas personas le llegará al fondo del alma porque es de aquellos que se han hecho con el corazón ... 


.- Fue así como el principito domesticó al zorro. Mas cuando llegó el día de la separación...

Z.- ¡Ah! ¡Voy a llorar!P.- Si lloras será por tu culpa. Yo no quise hacerte ningún mal; pero tú insististe en que te domesticara.Z.- Es ciertoP.- ¡Pero tú vas a llorar!Z.- Así esP.- Entonces, no has ganado nada.Z.- Sí, he ganado a causa del color del trigo.

"Sí, he ganado a causa del color del trigo."

Sólo podemos dejar ir, decir adiós con paz y agradecimiento cuando interiorizamos lo que hemos recibido de las personas, cuando logramos transformar su ausencia en una presencia interior. 

De lo contrario, sólo experimentaríamos que la ida de esa persona es pura pérdida.

El zorro le dice que ahora el trigo será siempre distinto porq le recordará los cabellos rubios del principito. 

El trigo, antes, era un objeto inerte... ahora está cargado de belleza, de la belleza de los cabellos del principito.

¿Podemos almacenar en nuestra alma la presencia de los seres queridos, todo lo que hemos recibido de ellos y no sentir que su ausencia es pura pérdida y desolación?


Me parece que sí. Como el zorro, podemos llenar nuestra alma de aquellas bendiciones que hemos recibido de esa persona.

 De esa forma, podemos sentir que sus regalos ahora amueblan el alma... especialmente si esa persona nos ha hecho bien, nos ha ayudado a sentirnos profundamente e incondicionalmente queridos, nos ha ayudado a valorarnos, a conectarnos con nosotros mismos, a ahuyentar los fantasmas, a vencer las tinieblas.
Como dice Gabriela Mistral, hay cosas que amueblan el alma... esas personas se han quedado para siempre en el amoblado interior... como esos muebles llenos de vida, como esas colecciones de libritos en miniatura, como esos escritorios que han sido testigos de desvelos y ansias , en fin, como todo aquello que lleva la impronta de nuestro ser y existir. Esas personas se quedan para siempre en nuestra alma y corazón. Sólo es así posible decir adiós en paz, pues quiénes han estado profundamente en nosotros, en verdad, nunca se van.


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