En "La Rosadita" había una línea directa con los números de Báez
Un listado de teléfonos secuestrado en la oficina de la
financiera SGI reveló que desde allí se comunicaban por internos con el celular
del empresario kirchnerista
Por Hernán Cappiello
| LA NACION
Un nuevo indicio une al empresario kirchnerista Lázaro Báez
con las actividades de la financiera SGI de Puerto Madero, desde la cual se
habrían enviado al extranjero por lo menos 50 millones de euros de dinero
negro, según dijo -y luego negó- el financista Federico Elaskar, ex dueño de la
firma.
El número de teléfono celular y terrestre de Lázaro Báez en
Río Gallegos aparece en un listado de nombres y teléfonos junto con el de los
empleados de la financiera SGI y de la oficina contigua del séptimo piso del
edificio Madero Center, donde funciona la consultora Organización y Consultoría
Internacional (OACI), de Daniel Pérez Gadín, el contador de Lázaro Báez. En esa
lista encontrada en OACI también aparecen números de dos hijos de Báez: Martín
Antonio y Leandro.
Esos números de celular de SGI y de OACI son de una misma
flota y son correlativos, dijo una fuente judicial a LA NACION.
La hoja impresa en computadora les fue exhibida esta semana
a los siete empleados de SGI que declararon ante la Justicia. Ellos
identificaron ante el juez Sebastián Casanello, el fiscal Guillermo Marijuan y
los abogados de los acusados los nombres que estaban anotados en ese papel.
La lista tenía dos partes. La superior contenía los nombres
de empleados de OACI, sus números de interno y de teléfonos externos. Una
segunda parte tenía los nombres de los empleados de SGI, su número de interno y
los externos.
Entre ambos estaban los números de Báez y de sus hijos,
dijeron a LA NACION
dos fuentes con acceso al expediente, que relataron que desde los teléfonos de
SGI los empleados podían comunicarse, mediante un interno, con los empleados de
OACI, lo que habla de la conexión entre ambas empresas.
De hecho, OACI es la que aparece haciendo el trabajo de
auditoría previa a la venta de SGI a Helvetic Group. Elaskar primero declaró
que esa venta se hizo bajo amenaza y por eso un fiscal quiere indagar a Lázaro
Báez por extorsión, ante la sospecha de que el empresario de la obra pública
patagónica es quien se quedó con el control de SGI.
También, dijeron las fuentes, a través de un teléfono
interno se podía marcar y la llamada comunicaba directamente con teléfonos
privados de Báez y de su compañía en el Sur, lo que es un indicio de la
habitualidad de las comunicaciones. Los empleados que declararon ante el juez
esta semana mencionaron que no habían visto a Báez ni a sus hijos en la
oficina, pero dijeron que los dueños de SGI y los de OACI se reunían
frecuentemente y que había negocios comunes entre ambas empresas.
Los videos de seguridad que les exhibieron a los empleados,
en los que se ven imágenes del pasillo que une ambas oficinas, muestran a gente
saliendo de una y entrando en la otra, y revelan que antes de los allanamientos
se llevaron documentos de SGI y los ingresaron en OACI. En otros casos, los
sacaron a través del ascensor. Se ven también albañiles que colocaron una
mampara como parte de unas reformas que se hicieron en el lugar.
También se ve entre las personas que ingresaron en el lugar
a Daniel Pérez Gadín, a Gustavo Fernández, presidente de SGI, luego de Elaskar,
y a Fabián Rossi, que sale de la oficina con una valija. No se los ve sacando
documentación.
Pero quien sí aparece en el momento de la limpieza de la
oficina es Sebastián Pérez Gadín, en la víspera de que saliera al aire el
programa Periodismo para todos, de Jorge Lanata, el 14 de abril pasado, cuando
se hicieron públicas las denuncias sobre el caso.
El nuevo indicio de la lista de teléfonos se suma a la
misteriosa aparición del nombre de Báez en la caja de un reloj de lujo
decomisada en el primer allanamiento realizado en la caja fuerte de OACI.
Cuando los hombres de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y los
funcionarios del juzgado de Casanello ingresaron en el departamento B, de Juan
Manso 555, pared por medio con SGI, descubrieron que había tres estuches de
relojes, pero uno estaba vacío.
En uno de los estuches había un Hublot Geneve. En otra caja
había un Rolex. El que faltaba era un Rolex Bracelet Oyster Dial Black. Pero sí
encontraron en la caja el manual de instrucciones, la garantía y una tarjeta
con los datos de su dueño: Lázaro Báez, que adquirió el aparato valuado en
12.500 dólares el 25 de mayo de 2012. Por lo menos así lo certifica la tarjeta
secuestrada allí que sirve para identificar a los propietarios de artículos de
lujo como ese reloj. Dentro del estuche quedó un eslabón de la malla metálica,
tal vez sacado para ajustarlo al tamaño de la muñeca de su dueño.
LAS EVIDENCIAS VIENEN DEL EXTERIOR
El juez federal Sebastián Casanello insistió ante la Cancillería para
obtener pronta respuesta de los exhortos que envió a Uruguay, Panamá y Suiza
con datos sobre la causa en la que investiga a Lázaro Báez. Es que de allí
pueden surgir evidencias para indagar al resto de los imputados, incluido el
empresario.
A Uruguay pidieron datos sobre las sociedades y nombres
alrededor de la compra del campo El Entrevero en José Ignacio y empresas de los
investigados; a Panamá pidieron datos sobre una sociedad a nombre de Martín
Báez, y a Suiza, sobre una cuenta de esa sociedad..
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