"Reportando al Compañero Papa" Por Alejandro Borensztein Clarín

El tiempo pasa volando. Parece mentira, pero ya se cumplió un año desde aquella histórica jornada en la que usted fue nombrado Sumo Pontífice. Ningún argentino jamás la olvidará, mucho menos los que están en el gobierno.

Yo me imagino que usted está al tanto de todo lo que pasa acá, pero por las dudas le paso las últimas novedades.

¿El gobierno? Bien, ahí andan. Pegando el volantazo para ver si el mundo financiero internacional, al que putearon durante diez años, ahora les tira una anchoa.

En ese sentido, cerraron el acuerdo con YPF. Zannini presentó los detalles en el Congreso y lloró cuando recordó la lucha de algunos sindicalistas petroleros y las convicciones del Compañero Jefe.

Muy emotivo. Si quiere ver el video en YouTube ponga “Zannini llanto YPF” y lo va a encontrar. Y ya que está en YouTube, después ponga “Los Kirchner menemistas y privatizadores” y va a ver qué lindas convicciones tenían el Compañero Jefe y la Compañera Jefa en aquella época. No se pierda el segmento al minuto cincuenta (1:50). Lo más divertido del asunto es que este informe sobre los Kirchner está hecho por los mismos tipos que hoy forman parte de la falange neofascista de propaganda oficial, pero cuando trabajaban felices en Canal 13. El archivo suele ser implacable para quienes no lo resisten.

¿La oposición? Bien, ahí andan. Siguen sin asumir el 70% que sacaron. Sólo algún gestito esporádico: el Compañero Massa que los madrugó a todos enfrentando el nuevo Código Penal, o el Compañero Mauri que cada tanto les tira algún zapatazo cuidadoso, o la Compañera Lilita que cada 4 o 5 días los desenmascara a todos, pero no mucho más que eso. Ni un documento en conjunto, ni un acuerdo programático de políticas de Estado, ni un compromiso de juzgamiento y Nunca Más a la corrupción y al abuso de poder, ni una reunión multipartidaria, ni nada que sirva para nada. Para mí que esta gente ni siquiera sabe dónde quedaba el restaurante Nino. Allá van hacia el sillón de Rivadavia a fuerza de puro marketing. Podrán ganar una elección, pero sin política no van a construir nada.

¿La pobreza?

Bien, ahí anda. La Presidenta anunció que ya estamos en un 5%. O sea que prácticamente es un asunto terminado. Sólo quedan unos pocos. El único problema es que serán muy poquitos pero viven todos enfrente de mi casa, de la de mis amigos, de la de los amigos de mis amigos, de la de los conocidos de los amigos de mis amigos, porque todos coinciden en que está lleno.

¿Los sindicatos?

Bien, ahí andan. Haciendo malabares para bancarse a las bases que reclaman por el 30% de inflación. Si quisieran, tienen todo para incendiar la República, pero por suerte no lo hacen. O el sindicalismo argentino maduró mucho, o usted los está llamando todos los días a la mañana para calmarlos. Sólo Dios lo sabe. Y usted, obvio.

¿El conflicto con la Justicia?

Bien, ahí anda. Se pinchó el temita aquel de la reforma judicial que el Gobierno impulsó para llenarla de jueces buenos. Tipo Oyarbide.

Para colmo, justamente esta semana el Compañero Juez tuvo un raro percance. Según una versión disparatada, absurda y maliciosa, el juez mandaba a hacer allanamientos y los policías exigían coimas a los damnificados para luego repartirla entre todos (no está muy claro hasta dónde llega el concepto de “entre todos”). La cuestión es que justo fueron a coimear a un tipo que es amigote de otro que labura para Zannini. Entonces el tipo cazó el celular y llamó a la Rosada: “Che macho, acá hay un par de giles que me vienen a pedir una cometa … justo a mí, a papá mono con banana verde … dale, sacámelos de encima que estoy ocupado” . Entonces alguien de la Casa Rosada llamó a Oyarbide y le pidió que suspenda el allanamiento (“che, es un gomía de la casa … no le cobren, loco”) y el juez suspendió todo. Lo más genial de la historia es que todos reconocieron todo. Los policías dijeron que el tipo llamó a la Rosada delante de ellos, el tipo reconoció que le pidieron coimas, el juez reconoció que frenó el procedimiento porque lo llamaron desde el Gobierno, y el Gobierno no sabe de qué corno disfrazarse. Esta es la versión absurda, disparatada y malintencionada que publican los medios hegemónicos. Las otras versiones no vale la pena que se las cuente porque no se las cree nadie.

¿El campeonato?

Bien, ahí anda. En el vestuario de Boca, a las trompadas. Y en muchas tribunas también. Esta vez se está jugando la Copa Raúl Alfonsín. A raíz de eso, antes de la transmisión de cada partido, se emite un corto en homenaje a Don Raúl. Dura 40 segundos. Los primero 20 son imágenes de cuando asumió, juró y saludó al pueblo desde el balcón del Cabildo. Los otros 20 segundos son imágenes de Él y Ella abrazando y besando a Don Raúl cuando inauguraron su busto en la Rosada. O sea que el homenaje que el gobierno le hace a Don Raúl es mitad homenaje a Alfonsín y mitad homenaje a los Kirchner. Son geniales. Hasta cuando homenajean a otros se homenajean a ellos mismos.

Pasan muchas cosas más, pero se me hace larga la nota. Otro día le cuento la última de Boudou.

De todos modos, desde aquella noche en la Piazza San Pedro hasta hoy, todo cambió. Justo cuando el Gobierno embestía contra la Justicia y la Constitución, y cuando acababan de firmar el acuerdo con Irán, cayó el baldazo de agua fría: Su Santidad. El mayor límite al poder que jamás imaginaron. Y luego los dos errores históricos: ningunearlo y agredirlo en los primeros días para luego pegar la Santa Voltereta.

Pasaron de decir que usted era “el Papa de la derecha que viene a romper la unidad latinoamericana” a decir, dos días después, que usted era “el Papa de la humildad que viene a unirnos en la fe”.

Esta semana, el Gobierno empapeló el país con un afiche de su imagen y una frase que dice: “Un año compartiendo esperanzas”. Lo que puede el amor, ¿vio? Nunca tan sincero el kirchnerismo: un año compartiendo esperanzas y diez años reputeándolo.

Yo adoro la misericordia, pero por suerte quedaron grabadas para siempre las declaraciones, las frases, los tuits y los videos de los mismos tipos que ahora van a sacarse fotos en las columnatas de Bernini. La gente no come vidrio.

Compañero Papa, las cosas no están fáciles pero comparado con el día que usted se fue con su bolsito al hombro, todo está mucho más relajado. Ya nada demasiado grave habrá de pasarle a la Argentina. Ahora tenemos un garante.

Por una vez en la vida, el viejo mito se hizo realidad: Dios es argentino.

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